A mediados del siglo XVIII Voltaire fue invitado a una orgía en paris. La mañana siguiente, el filósofo francés comentó a sus amigos lo mucho que había aprendido y la gran experiencia que había supuesto para él.
Esto hizo que volviesen a invitarle a una nueva orgía para esa misma noche, pero Voltaire, a pesar de ver grandes virtudes en el hedonismo (doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida),
prefirió declinar la invitación con la siguiente e ingeniosa contestación:
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